sábado, 10 de septiembre de 2011

Cuando la Olvido se quiso enamorar

No creo en el amor.
No en la manera en la que lo hacen los que se enamoran. Una vez mi tía - ya muerte con propio escarmiento - me dijo que era normal que jamás me comprometiese, que eso es lo que nos pasa a las señoritas del extrarradio. Tras ponerle dos velas negras y esquivar toda información sobre ella me prometí que no dejaría que nadie más me atacase de esa forma.
Sí, vale, soy prostituta, ¿y qué? Unos me llaman mantenida de mi cuerpo, otros dicen que soy una puta zorra, una fulana o una furcia, decía mi tía a espaldas de mí, uns buscona, una cortesana, una meretriz como con la que mi abuelo se reunía según la historia de la familia. Una ramera del tres al cuarto, un pendón, una mujerzuela o, como mi madre me llamaba, una hija. Y, en fin, ¿no quieren las madres que sus hijas se comprometan? Pues que sepáis que lo haré, que no me importará lo que piense nadie.
Voy a casarme. ¡Sí, voy a casarme! Y lo haré con el hombre de mis sueños. Dios... resulta extraño pensar esto mientras se la como a un cliente.
OLVIDO

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